domingo, 9 de junio de 2013

Seguridad Afectiva

Un niño o una niña no puede disfrutar plenamente de la vida si no se siente en confianza, en seguridad afectiva, si no se le escucha y reconoce en tanto que individuo.

Cada uno tiene sus necesidades afectivas propias, su personalidad, su pasado, su ritmo de vida. Las intervenciones del adulto deben dar a cada niño o niña la sensación de una presencia generadora de confianza y seguridad. Cuanto más pequeños son los niños o niñas, en mayor grado consideran al padre o madre como el recurso supremo en caso de una dificultad grave de un conflicto importante. La intervención inmediata, satisface plenamente. El �espera, ya voy� sin consecuencias deja al niño o niña desorientado. La promesa no cumplida perjudica la credibilidad.

Hemos de crear un clima afectivo y de seguridad para el niño, que solamente podremos conseguir cuando él perciba que es especialmente querido, y que puede comportarse, dentro de los patrones establecidos, en libertad. Es necesario que él sienta la seguridad afectiva, junto a una seguridad material y física, que le permita la acción y la expresión sin miedos.

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